lunes, 3 de diciembre de 2012

EL TRABAJO INFANTIL


Con toda la rabia y el desprecio por los empleadores de niños, por los padres que ponen a trabajar a sus hijos en su provecho, en contra de todo lo que les robe la infancia, las horas de juego, la educación, la sonrisa, a los que deben ser protegidos y respetados desde su concepción.
Aquí, fotos de niños que trabajan, tomadas por el fotógrafo Lewis Wickes Hine,pionero en testimoniar la explotación infantil, a principios del s. XX. Ver fotos.

miércoles, 8 de agosto de 2012

FOTOS QUE CUENTAN HISTORIAS: PARKEHARRISON

C












Como en una producción cinematográfica, la pareja de los muy galardonados arquitectos-fotógrafos ParkeHarrison, inventa las escenografías que aparecerán en sus fotos, creando un clima que nos recuerda al de los films "Metropolis" y "Blade Runner". 
Esto escribió Robert ParkeHarrison en el prefacio de la presentación de su colección "The Architect's Brother":
"Quiero crear imágenes que sean abiertas, que posean cualidades narrativas suficientes como para sugerir ideas sobre los límites de los hombres. Quiero que haya una combinación del pasado yuxtapuesto con lo contemporáneo. Yo utilizo la naturaleza para simbolizar la búsqueda, salvando un árbol, regando la tierra. En este mundo fabricado, flotan extrañas nubes de smog, hay agujeros en el cielo. Las imágenes míticas reflejan nuestro mundo donde la naturaleza es domesticada, controlada y destruída.  

domingo, 1 de julio de 2012

HORACIO QUIROGA, Decálogo del perfecto cuentista


Reunión de literatos en Buenos Aires, 1928: Horacio Quiroga (parado, primero de la izquierda), su amigo Leopoldo Lugones (cruzado de brazos) y Alberto Gerchunoff (sentado, al centro).

Decálogo del perfecto cuentista

I
• Cree en un maestro —Poe, Maupassant, Kipling, Chejov— como en Dios mismo.
II
• Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.
III
• Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.
IV
• Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.
V
• No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.
VI
• Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.
VII
• No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.
VIII
• Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.
IX
• No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.
X
• No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.

miércoles, 25 de abril de 2012

"Yo he sido siempre un aislado" Cartas inéditas de Juan Ramón Jiménez



Esta carta "inédita" probablemente ha sido publicada en España en estos días, junto a cientos de otras que permanecían inéditas y que ahora componen, como lo concebía el mismo Juan Ramón, una parte importante de su legado literario. La publico, además, porque si bien el autor, premio Nobel, no está incluído en la lista de mis autores preferidos, trasunta en la correspondencia de sus primeras épocas de escritor, una nobleza de espíritu, un ansia de saber, una honestidad y gratitud hacia sus maestros, que la convierten en un texto conmovedor.

A Rubén Darío

“Yo he sido siempre un aislado”
Moguer, ¿junio? de 1911

Mi querido maestro:
ahí van algunas poesías; ya le enviaré más; me dice usted que con mi carta y con mis libros no recibió versos; debió usted recibir unos “Tercetos melancólicos”. La revista no he tenido el gusto de verla; ¿no ha salido aún?

Me habla usted de mi aislamiento, del aislamiento. Yo he sido siempre, como usted sabe, un aislado; creo que la soledad es buena amiga de la bondad, y de la belleza. Ahora bien, la cuestión es ésta: ¿dónde debe uno aislarse? ¿En un pueblo como Moguer? Hay paz, hay silencio… relativo, se reciben libros, revistas, cartas; pero no puede ir uno a un museo, a un concierto, a un parque monumental. ¿En una gran ciudad como París? En el ambiente de una gran ciudad existe todo, pero, por lo mismo, falta la nostalgia. En fin, el asunto es soñar, pensar y cantar de un modo o de otro, pues que en todas direcciones puede encontrarse la belleza absoluta; ir arrancando las mejores rosas por todas las avenidas del destino.

Últimamente me había trazado un plan: estudiar bien algunas lenguas muertas y completar mi cultura en las modernas, para poder leerlo todo –todo no, ya sé que esto no es posible pero… ¡mucho de todo!– mas aquí no hay maestros de nada, como no sea de salud –el sol, el cielo azul, el campo verde, la arena roja, cosas que, sin un fondo de tesoros mentales, pueden conducir a una apoteosis a lo Rueda, ¡tan temible! La soledad del sabio sería el ideal perfecto. Llegaría uno a escribir sin gritos, a escuchar solamente el enorme rumor del gran silencio de oro del día, el hervidero de plata de la noche sin fin. Ninguna ciudad del mundo es “la única”, por lo tanto, todas son malas… o todas son buenas… Desde Sevilla…, sueño con las columnas de Tebas o con las pirámides; desde Atenas soñaría con un Tokio del siglo XVIII; desde Babilonia, con el Londres actual; desde París, con… ¡el Jardín de las Hespérides! Y quizás la impresión de las lecturas sea, en resumen, lo mejor.

Un favor: ¿quiere usted decirme en sus cartas qué libros –las joyas sólo– se publican ahí, que deban ser leídos? Yo veo “Vers et Prose”, “Mercure” [de France] y otras revistas –con sus catálogos–, pero sufro desilusiones. Se trata de lo “fundamental” de cosas como la interpretación de Macbeth de Maurice Maeterlinck, como la Elektra de Hugo von Hofmannstahl, como el Saint Sébastien de D'Annunzio -que he encargado-. ¿Estuvo usted en las representaciones? Me he convencido de que es una tontería apurar todo lo de una tendencia determinada: viene el hastío, el empalago. El libro maestro de cada autor –es difícil, dirá usted, saber cuál es; verdad–; Les Stances o Iphigénie de Moréas –¿de qué murió Moréas?-–, ¿no representan, por ejemplo, lo mejor, lo firme de su espíritu?

Mi salud no es buena: la continua taquicardia –que a veces llega a ser paroxística– de mi enfermedad nerviosa debe haber determinado una hipertrofia del ventrículo izquierdo, a lo que puedo juzgar. Lo que piensan de esto los médicos no lo sé, pues, como usted comprende, ellos no dicen la verdad… si la saben. No puedo andar mucho, porque viene la fatiga muscular y la disnea; así es que me paso el día en el jardín o en el cuarto de trabajo, leyendo, soñando, pensando y escribiendo.

No deje de mandarme la revista, escríbame y reciba un fuerte abrazo, de su

Juan R. Jiménez

¿Publicó Lugones sus Odas seculares?
Tengo escrita esta carta hace quince días, pero mi salud ha sido mala, y hasta ayer no he podido copiarle esos versos que le mando. Ya irán más. También le voy a enviar una fotografía del retrato que me hizo Sorolla; quiero una de usted, buena, para tenerlo en la ausencia y el destierro.

He visto el primer número de “Mundial” [Magazine] y los dos de “Elegancias”. Maravillosos. Si no es costumbre en esa casa enviar las revistas a los colaboradores, suplico a usted que descuente de lo que tenga que abonarme por los originales que yo le vaya remitiendo el importe de mi suscripción a ambas revistas. Y mándeme cada mes las tres correspondientes en un solo paquete “certificado”, pues los correos son por aquí infames. No lo eche en olvido.

¿Las señas de Rémy de Gourmont?
¿Las de Lugones?

viernes, 30 de marzo de 2012

JULIO CORTÁZAR Y EL JAZZ : "EL PERSEGUIDOR".

De "Cortázar por Cortázar", entrevista realizada por Evelyn Picon Garfield. ¿Por qué fue Charlie Parker? Primero porque yo acababa de descubrirlo como músico, había ido comprando sus discos, lo escuchaba con un infinito amor pero nunca lo conocí personalmente. Me perseguía la idea de ese cuento y al principio, con la típica deformación profesional, me dije: "Bueno, el personaje tendría que ser un escritor, un escritor es un tipo problemático". Pero no me decidía porque me parecía aburrido, me parecía un poco tópico tomar un escritor. Pensé en un pintor, pero tampoco me entusiasmaba mucho. Tenía que ser un individuo que respondiera a características muy especiales. Es decir, todo eso que sale de El perseguidor: un individuo que al mismo tiempo tiene una capacidad intuitiva enorme y que es muy ignorante, primario. Es muy difícil crear un personaje que no piensa, un hombre que no piensa, que siente. Que siente y reacciona en su música, en sus amores, en sus vicios, en su desgracia, en todo. Y en ese momento murió Charlie Parker. Yo leí en un diario una pequeña biografía suya -creo que era de Charles Delonnay- donde se daba una serie de detalles que yo no conocía. Por ejemplo, los períodos de locura que había tenido, cómo había estado internado en Estados Unidos, sus problemas de familia, la muerte de su hija, todo eso. Fue una iluminación. Terminé de leer ese artículo y al otro día o ese mismo día, no me acuerdo, empecé a escribir el cuento. Porque de inmediato sentí que el personaje era él; porque su forma de ser, las anécdotas que yo conocía de él, su música, su inocencia, su ignorancia, toda la complejidad del personaje, era lo que yo había estado buscando.

miércoles, 25 de enero de 2012

JAMES JOYCE Y ELÍAS CANETTI, VECINOS EN UNA EXTRAÑA CIUDAD.


        El Cementerio de Flutern alberga las tumbas  del irlandés                  James  Joyce (1882 – 1941) y del búlgaro-alemán
                          Elías Canetti  (1905  -1994).

Ambos escritores vivieron en Suiza en diferentes momentos de sus vidas. También Jorge Luis Borges eligió ser enterrado en Suiza, en la ciudad de Ginebra. Y, entre otros escritores célebres, allí reposan Vladimir Nabokov, ruso; James Hadley Chase, inglés; Hermann Hesse, alemán; Erich Maria Remarque, alemán; Patricia Highsmith, norteamericana; Thomas Mann, alemán. Y Charles Chaplin y Audrey Hepburn y Peter Ustinov y Coco Chanel...

                                  ¿POR QUÉ?