jueves, 30 de julio de 2009

TÍO JOSÉ

Josesito era el mayor de los ocho hermanos de mi madre , irresponsable , rebelde y divertido como un adolescente para quien la vida fue siempre una fiesta , sin horarios ni deberes , a puro rock . Él vivía en casa de mis abuelos , en el único cuarto del segundo piso . Había que subir una escalera descubierta para llegar a su monoambiente donde apenas cabían una cama , una silla y una pequeña mesa , pues los 20 metros cuadrados estaban prácticamente cubiertos por discos de pasta ,de vinilo , cassettes y equipos de música de variada procedencia y antigüedad. Allí tomé mi primera lección de baile siendo muy chica ; me enseñó a bailar mi tío para quien yo era , según él me decía , su mejor partenaire . Finalmente me convertí de verdad en una buena bailarina gracias a su paciencia y entusiasmo .
Cuando mi Tío José me oía llegar , rápidamente ubicaba la mesa y la silla sobre la cama para ampliar " la pista " . Yo subía y entonces comenzaba la sesión de
revoleo , giros , pasadas por detrás de su cuello y todo el travoltaje que una niñita de pocos años podía soportar .
Mi madre , que siempre temía por una posible caída o un ’’mal movimiento ’’ , me llamaba para irnos antes de lo que yo hubiera deseado , en pleno frenesí rockero . Casi siempre me daban unas buenas anginas después de la maratón danzante , porque aún cuando hacía mucho frío , yo bajaba las escaleras coloradota y transpirada por tanto ajereo , pero feliz , divertida y ...agotada .
A veces José me hacía escuchar algun tema de jazz que él acompañaba con un peine cubierto con un trozo de papel celofán ; también imitaba el sonido de un saxo uniendo sus 2 manos y apretando una fosa nasal con el pulgar derecho . Creo que era algo asi . Ahora pienso que realmente creía que sonaba como un saxo , que no era un juego para él . Cuando me contaba las historias de los músicos de jazz , siempre eran tristes , sobretodo las de las divinas gordas norteamericanas que sabían tomar cerveza a lo loco y se derrumbaban por amores contrariados que yo entendía a medias pero que igualmente me hacían llorar .
Finalmente , José , ya solterón , se casó con una viuda mucho mayor que él , con la que siguió su ritmo de bailarín cotidiano , cada noche una fiesta , hasta que la viuda capotó . Pero la verdad es que ella no lo pasó nada mal gracias a mi tío quien alegró la viudez de la señora y después la suya propia .
Él heredó el " parentesco " con los hijos de la mujer quienes , agradecidos por haberles sacado de encima a su madre por un tiempo , lo hicieron partícipe vitalicio de todos los eventos familiares .
José , ya bastante viejito , siguió bailando rock y fue la star de todas las fiestas , burlándose de los que temíamos que en una voltereta complicada terminara su acto sin aviso .
Murió en su ley , como vivió , y eso no les está dado a todos . Privilegiado tío al que recuerdo siempre en un gesto de baile , muy sonriente , la mirada brillante , alto, elegante , deslizándose de un paso a otro con la soltura del mejor bailarín .
Bien por él , Josesito , la oveja negra , el tiro al aire , el que alegró tantas almas melancólicas y pasó risueñamente su larga vida haciendo bailar a su corazón y a sus neuronas hasta la última nota .